¿Por qué atrae lo que es más difícil?

Lo fácil aburre, o eso dicen. Parece que si primero hay que esforzarse por conseguir algo, resulta más atractivo y deseable. ¿Por qué? Pues porque entonces no lo puede tener cualquiera. De esta manera muchas personas juegan a ser eso “difícil”, es decir a parecer inalcanzables para que sus pretendientes se esfuercen más. 

Como jugar una partida de cartas. Desvelar las cartas a la primera o jugar con tus mejores al principio, no suele ser recomendable. Una buena estrategia requiere un poco de juego y misterio. Pues con el interés y las personas sucede lo mismo.

El chico malo, el más difícil

Infinidades son las películas, novelas y series que cuentan con un personaje así. Un hombre, normalmente joven, con un pasado algo traumático y que se sale de lo normal. Al que le gusta ir en contra de las normas y está envuelto en misterio. 

Un tipo de chico del que todos los personajes femeninos se enamoran y quieren cambiarlo, pero solo la protagonista, dulce e inocente sin quererlo, lo consigue. A pesar de pelearse y meterse con ella inicialmente.

Por qué es tan popular y tiene tanto éxito, muchas personas se pueden preguntar. Pues precisamente es ese halo de misterio, esa intriga, ese toque de difícil. El querer entender a esa persona, saber qué piensa y por qué actúa como actúa. 

Como masoquistas y amantes del sufrimiento muchas siguen tras él suspirando por aunque sea una palabra. Pero ojo, que también sucede al contrario. Esa imagen de mujer que está “por encima”. Toda sonrisas y amabilidad pero que escoge sus outfits y cuida cada detalle sutilmente para llamar la atención indirectamente. Sin embargo, ella habla y centra su atención tan solo en unos pocos. 

difícil

Lo prohibido

¿Cuántas veces al escuchar “no hagas” o “no se puede” solo ha aumentado las ganas de hacerlo? Incluso la persona más buena siente curiosidad por probar. Incluso Adán y Eva cayeron en la tentación, así que, ¿por qué no el resto?

La hermana de un amigo, en la cama de los padres, el ex… Existen muchas situaciones y personas que parecen ganar atractivo cuando no se pueden tener o son “prohibidas”. Como polillas hacia la luz las personas son atraídas hacia ellas sin poder evitarlo.

Un pastel recién hecho, el suelo recién limpio… Solo una vez, un poquito, nadie se va a dar cuenta…

Dejarse llevar y acabar cayendo en la tentación y esto suele salir o muy bien o muy mal. Pero en ese momento ni se sabe ni importa. 

El mito del amor romántico

La media naranja y el príncipe azul. Cuando una persona se siente atraída suele idealizar al objeto de su atracción. Como si obviara sus defectos y fuera perfecta. De esta manera, todavía resulta más atractiva, claro.

Lo complicado viene cuando hay que cumplir con las expectativas creadas. La imagen que muestran la mayoría de historias de amor, muestran un estilo lleno de tópicos y clichés que se pueden esperar en la vida real para siempre, que no ocurrirán. O, al menos es muy complicado. 

Ese cruce de miradas, ese enamoramiento a primera vista, esos finales felices…. La realidad y las personas son mucho más complejas. 

Una de cal y una de arena

Dejar en visto, esperar 5 horas para responder un mensaje a propósito, ignorar a alguien e incluso rechazarlo. ¿Por qué se hacen este tipo de cosas con el objetivo de resultar más atrayentes?

¿De esta manera es más difícil y por lo tanto llamará su atención para que se esfuerce más y acercarse? En persona todo sonrisas y miraditas desde la distancia, pero fuera nada. 

Porque demasiado agobia y si se sabe que esa persona responderá enseguida sea la hora que sea y por lo que sea, el interés por ella decrece. En cambio si se mantiene en vilo, como en las películas de tensión, sucederá al contrario.

Pero ojo, porque si se juega con esta estrategia, puede resultar peligroso. Porque hay que saber el equilibrio perfecto entre atención y rechazo, los altibajos de la montaña rusa de atención no pueden estirarse mucho porque acabarán por ceder demasiado y conseguir el efecto contrario al deseado.

Entonces, ¿hacerse el difícil funciona?

El deseo, la atracción y el amor son cosas, sentimientos y emociones incontrolables. Surgen y evolucionan sin que se pueda hacer mucho para controlarlos. A pesar de que muchos “expertos” intenten dar lecciones de ello.

Lo que sí que es cierto es que hay ciertos patrones y actitudes que parecen más atractivas. Ojalá existiera una lista de pasos a seguir para aumentar ese deseo, o llamar la atención de más personas o de aquella en concreto que más interesa. 

Lo que sin duda es importante hacer, sí o sí, es tener claro lo que se quiere. Si es una relación y qué tipo, algo más esporádico o nada en absoluto. Sea lo que sea saber los propios límites y lo que se desea es crucial para buscarlo y encontrarlo. Rechazar aquello que esté por debajo y alcanzar la felicidad. 

Ir poco a poco y dejarse ver aprovechando estrategias, consejos y ayudas de personas cercanas pero sin perder la propia esencia por el camino. Mostrarse seguro de uno mismo y ser positivo de que se puede ser luz atrayendo a quien se desee o polilla dejándose seducir por el encanto de otros.