Voyeurismo. ¿Mirar o ser mirado?

Hay algunas palabras que a veces aparecen en el vocabulario y no se sabe de dónde vienen. Y en el sexo esto es mucho más común de lo que se podría pensar. Un buen ejemplo es la palabra voyeurismo. ¿Qué sería eso? Traducido del francés, significa “aquel que ve”.  

Esta es una práctica que básicamente consiste en que un individuo busque y obtenga placer sexual a través de la observación. Sin muchos detalles parece ser una práctica extraña. Además, sigue siendo un tabú cuando se habla de sexualidad.

Ser descubierto es una de las fantasías más frecuentes entre los individuos. Además de aumentar el placer del orgasmo, el riesgo aumenta la producción de dopamina. Sin embargo, así es como el neurotransmisor básico en la excitación se vuelve alto.  Entre los jóvenes, muchas fantasías rodean la práctica del sexo en lugares públicos. En este ejemplo, se llama dogging y la adrenalina que genera no supone ningún inconveniente en caso de ser descubierto.

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Por otro lado, el Voyeurismo lleva mucho tiempo presente en la humanidad. Las personas involucradas en esta práctica suelen sentirse libres de asistir al acto sexual.  Tocar o no tocar al otro dependerá de la voluntad de cada uno. Sin embargo, la principal característica de esta práctica es el hecho de que los que están mirando (voyeur) solo miran.  

Generalmente, el voyeur no interactúa con las personas que practican el sexo en el momento. En resumen, en este aspecto hay el observador y el observado. 

Esta práctica puede ser conocida como una mirada indiscreta. No obstante, por su intrigante característica que puede llevar al desconforto de quien no entiende esa práctica, también hay su retrato en las artes. 

Películas, series, obras de teatro. Son varias las apariciones del debate del tema. Una de las más conocidas viene del cine. Con estreno en el año 1954, La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, fue la primera película mundialmente conocida abordando el tema.

¿Quien suele practicar el voyeurismo?

El voyeurismo es algo más frecuente entre el género masculino que en el femenino. Entre los hombres es más común  que se produzca una adrenalina y excitación sexual. 

En ellos el sentido visual es mucho más activo que en el caso de las mujeres. Hay un perfil bastante común entre los aficionados a esta modalidad sexual.  Quienes lo practican suelen ser también practicantes de sexting. En este caso, esta práctica está relacionada con el envío de imágenes a través de teléfonos móviles y redes sociales. Y sigue siendo una forma de afirmarse sexualmente. 

En la práctica, la exploración del erotismo es un arma poderosa y muy atractiva. Y hoy en día el arte de la seducción pide mucha más creatividad y fantasía. 

Entre el límite del placer y el peligro 

Las prácticas voyeuristas pueden presentarse de varias maneras. La característica principal es que el voyeur (o voyeurista) no interactúa directamente con el que está siendo mirado. 

En algunos casos, el observador incluso se toma el tiempo de saber que está siendo observado. De hecho, incluso puede pasar desapercibido dependiendo de la situación. Sin embargo, hay un límite entre la práctica de este acto repleto de adrenalina y la perversión. 

Profesionales como psicólogos y psiquiatras suelen presentar una controversia que rodea a la práctica.  Surge porque a menudo el que que mira puede convertirse en un acosador. Es cuando se habla de que no hay consentimiento de la persona observada. 

Por ello, se genera un debate en torno a la privacidad y del posible peligro del exceso de esta práctica.

Cuando practicado con el consentimiento de la persona observada, es un acto que no trae problemas. En el momento que se empieza a observar sin que el observado no lo sepa, es un agravante.

Especialistas ven en este acto un nivel de perversidad y de ultrapasar límites permitidos.

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Stalker ¿el nuevo voyeur digital?

Hay algunas diferencias entre observar a alguien en la vida real y en las redes sociales. No obstante, poco se habla del tema como tal, aunque estar mirando las redes sociales de otras personas puede ser considerado un tipo de voyeurismo. 

Stalker es el conocido acto de revisar a los perfiles ajenos. Echar un vistazo, espiar, incluso acosar pueden ser términos que derivan de esta acción en el mundo digital.

Está claro que no se espía de la misma manera. De todas formas, el voyeur digital se caracteriza por buscar informaciones de las personas por las cuales hay cierto interés.

Incluso en la era digital las empresas que quieren contratar a alguién pueden mirar a los perfiles para saber algo más de la vida personal, del quizás, futuro empleado.

Entonces, el voyeurismo nunca ha salido de moda. Cambia de miradas, cambia de perspectivas. Mientras tanto, la esencia de este acto sigue llenando las ideas e imaginación, creando historias, fantasías y fetiches.

Hay que considerar que mirar y ser mirado puede ser un arte.