Cuando hablo de puteros, para que me entiendas, hablo de cualquier hombre que se va de putas.
Con el rollo de ser elegantes ahora lo llaman irse de lumis, pero aquí estamos para hablar con propiedad.
Existen multitud de razones por las cuales un tío (como tú o como yo) prefiere irse de putas antes que quedar con una chavala. Vamos a analizar los tipos de putero.
¿Con qué tipo de putero te identificas?
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El que no folla ni a tiros
El pobre que no hay manera de que folle, ni regalando joyas a las mujeres. Los tíos muy tímidos, muy feos, que nunca han tenido vida social y que en muchas ocasiones deciden que en vez de salir con una fea, prefieren pagar y poderse cepillar una tía buena.
Estos van a la caza a cualquier lugar y cualquier día de la semana.
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El casado de mediana edad
Todo un clásico: tío entre 35 y 55 años, que su mujer le ve como el proveedor de cosas gracias a su sueldo y que le da sexo cada 7 días en el mejor de los casos y sin mamadas ni “cosas raras”.
A este tipo de putero le han salvado la vida las webs de anuncios como Skokka.
Entre semana llaman a la chica o al club, pegan un polvete y cuando ya han descargado, vuelta a casa o al trabajo.
Evitan los WhatsApp molestos de la compañera de trabajo o la amiga del gimnasio que se cepillan, a la cual hay que acabar pagando porque hay que ir a un hotel, regalarle cosas, irse de comida… en fin, ¡un rollo!
¿Cuántas queridas han destrozado matrimonios? este cliente lo tiene claro: ¡Hay que ir de putas!
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El divorciado con ganas de vivir la vida
Hombre separado que ha terminado hasta los cojones de su mujer y no quiere otra mujer en su vida. Además el mercado de solteras que se encuentra en muchas ocasiones es deprimente.
Mejor opción: cepillarte una veinteañera. El sueldo está para algo.
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Los “complicaos”
Aquí hay casados, divorciados, jóvenes y cualquier tipo de tío que se te pase por la mente.
Aquí están los que les gusta follarse a una con la camiseta de su equipo de futbol, los que les gusta que la tía haga pis encima de él mientras le insulta, los que adoran hacerlo encima de una mesa con una bota de cuero en una pierna y con las gafas de sol puestas. Vamos, esas cosas poco convencionales que no es tan fácil hacer con sus mujeres.
Quizás mejor que hagan eso a que sus mentes empiecen a buscar otro tipo de rarezas o empiecen a obsesionarse con otros asuntos. En el fondo no hacen daño a nadie.
Que levante la mano el primero que no tenga alguna rareza o manía.
Luego está la “tradición” tanto familiar como de trabajo. Quién no ha tenido un padre o un tío que con la excusa de irse él de putas te ha dicho: “Vamos José, ha llegado la hora que demuestres que eres un hombre”.
Ser un hombre para el tío Vicente es tajarte en la barra y zumbarte una señorita de compañía.
Luego está la tradición laboral. ¿Cómo cierras un buen negocio? ¿yendo al cine? ¿comiendo un helado en un paseo? Pues no, los negocios se cierran yendo de putas, como Dios manda.
Y por último, gracias a que cada día los chavales pasan más de los curas, las moralidades y el qué dirán vemos más jovenzuelos, sin tabúes que les repriman, que han aprendido a darle la importancia que tiene y si una noche se tercia, los amiguetes acaban en el club pegando un polvete y no pasa nada.
Estos, en muchas ocasiones buscan esa profesional que les forme, como una maestra.
Como has visto hay muchas razones por las cuáles el oficio más antiguo del mundo supera todas las crisis.
¿Qué clase de putero eres tú?
Soy periodista y me gustaría contactar con algún cliente de prostitución para que pueda contarnos sus motivaciones y su opinión sobre la prostitución.
Dejo mi correo para aquellos que estén interesados
marta.toca@teleobjetivo.net